Twilight-saga Foro sobre la saga de Stephenie meyer |
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| El hielo no se enamora. | |
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| Tema: El hielo no se enamora. Miér Feb 04, 2009 7:04 pm | |
| Bueno, este es un texto al que le llevo dando vueltas bastante tiempo y que no me decido a terminar. Tengo la historia pensada en mi cabeza y se como acabarla pero no consigo hacerlo. Haber si con un poco de suerte lo consigo ^^. Se piden explicitamente críticas constructivas, please ^^. Espero que os guste. Las gotas de lluvia se sucedían, una tras otra en una competición en la que, la que llegara antes a mi pelo sería la ganadora. Grandes cantidades de agua se abalanzaban cual lobos hambrientos en un campo plagado de carne, para intentar rozarme con sus fríos y delgados extremos la suave y blanca piel que formaba mi marfileña nariz. Sacudí mis rizos morenos cuajados de brillantes reflejos originados por el líquido aposentado en mi pelo. En mi cara una sonrisa iluminaba el marco de unos labios sensuales y carnosos. Tarareaba una canción mientras andaba por la acera y chapoteaba en los charcos de la calle. Era medianoche y el campanario de la catedral repiqueteó en un intento de asustar a los transeúntes desvelados que continuaban despiertos. Con una sonrisa giré la cabeza para ver la punta de la torre del campanario. La campana, grande y brillante giraba permitiendo al péndulo chocar contra sus bordes emitiendo un sonido tétrico y misterioso. Miré hacia el cielo y abrí mi boca. Permitiendo con las grandes gotas de lluvia entraran en la caverna rodeada por mis dientes, perlinos y cortantes. Continué andando y me percaté de que un grupo de muchachos me observaban. Me recordaron a un cazador ante la presencia de su próxima presa. Descarados pensé. Eran fuertes y viriles y se daban codazos los unos a los otros mientras me señalaban y reían. Con paso tranquilo y una sonrisa en mi hermosa cara me acerqué hasta ellos. El que parecía ser el líder se atrevió o se dignó a seguirme hasta un callejón oscuro. Cuando estuvimos en la calle sin salida me miró con una mirada animal, como un perro en celo. Me apretó contra la pared de ladrillo, mojada y sucia y puso sus musculosos brazos a uno y otro lado de mis hombros, impidiendo que me escapara por ninguna parte. Se rió salvaje, como un monstruo desencajado por el trofeo a punto de recibir de mi cuerpo. Sabía lo que quería hacer e interpretando mi papel me intente soltar y me retorcí fingiendo un miedo que en realidad no tenía y que debería de sentir mi acosador. Me tiró de un empujón al suelo, cual trapo viejo, pero justo cuando ya intentaba abusar de mi me moví a la velocidad del rayo. En instante estuve detrás suyo, con los labios a unos centímetros de su cuello. Él rió divertido. - Así que eres una pequeña zorra ¿Eh?- me insultó- Y eso que creía que eras una buena muchacha. Mejor para ti, te dolerá menos- y se revolvió intentando atrapar uno de mis pechos. - Incauto-fue lo único que murmuré antes de que mis afilados colmillos cortaran la tierna carne de su cuello. Succioné la rojiza sangre que salía a borbotones de la herida inflingida por mis dientes. Al cabo de unos segundos tire el cuerpo sin vida ya como a un fardo inservible. Salí del callejón y me encontré al grupo sin jefe que se había quedado a esperarlo. Me miraron asombrados. Hasta que se percataron de la sangre goteando por la comisura de mis labios. Esbozaron una mueca de horror y salieron huyendo. Con una sonrisa macabra hice visibles las alas de murciélago en mi espalda y salí volando por encima de la acera, entre la lluvia, en busca de mi próxima victima. Mientras volaba por entre la lluvia permitiendo que esta me calara por entero me puse a pensar. Pensé en mi víctima. En el pesado hombre al que yo había matado. No tenía ningún atisbo de vergüenza ni me lamentaba el haberlo hecho. Llevaba siendo vampiro demasiado tiempo. Desde luego mi naturaleza era esa, los pocos vampiros que habían sobrevivido a la quema de brujas en los siglos XV y XVI sobrevivían de la misma forma que yo. Recordé con nostalgia cuando los vampiros poblaban la tierra como una presencia invisible. Había muchos, pero luego mucho cayeron por no saber elegir el momento. Pensé en mi raza, la raza vampiro. La más noble y especial que Dios había creado. Diseñada para poder matar a cualquier contrincante con el que se encontrara y dotado de una gran inteligencia era, desde luego, la raza destinada a sobrevivir. Debíamos alimentarnos de sangre humana para poder vivir cómodamente. Desde luego, se podía malvivir alimentándose de la sangre de otros animales; todos los vampiros durante su etapa digamos, más adolescente pasaban por ella, pero pronto se percataban que la raza humana no merecía el cuidado con el que la tratábamos, y tampoco se merecían que porque unos cuantos de los suyos se salvaran nosotros muriésemos al cabo de un tiempo.
Si os gusta luego sigo colgando, tengo unos pocos textos ya hechos |
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| Tema: Re: El hielo no se enamora. Miér Feb 04, 2009 7:37 pm | |
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| Tema: Re: El hielo no se enamora. Miér Feb 04, 2009 10:22 pm | |
| Otro trocito =) Me lamí los labios, todavía tenía hambre, pero no podía permitirme otra víctima más. Con una era suficiente. Aún así me asomé a una ventana entornada y me colé en una habitación. Me prometí que solo miraría, que no probaría bocado. La habitación estaba decorada en bonitos tonos pastel. En el centro descansaba una camita lindamente adornada con una colcha. Pude oír la respiración regular de una persona. Me acerqué silenciosamente y me percaté de la presencia de un niño pequeño, rubio, de unos cinco años. Sentí como la ponzoña se acumulaba en mi boca, la garganta se me secó rápidamente y los ojos, estaba segura, acababan de mutar de color. De un granate apagado a un rojo vivo. Intentando mantener la calma tragué saliva y ponzoña con ella. Levanté una mano y con cuidado la posé sobre la mejilla caliente del niño, que se revolvió en la cama. Deslicé la mano desde la mejilla hasta la clavícula, y luego por el cuello hasta el pecho. Donde la dejé encima de su corazón. Siempre me resultaba difícil el ir a ver a Ángel. Con delicadeza puse el reverso de mi mano su frente. Este se despertó en seguida y dibujó en su rostro una sonrisa somnolienta. - Has venido –dijo pese a su sueño con un entusiasmo infantil- - Te prometí que vendría –contesté con ternura mientras me sentaba encima de su colcha y él permanecía acostado- Yo siempre cumplo mis promesas ¿Recuerdas? Ángel rió con una risa fluida y dulce como la miel, como solo la risa de un niño puede ser. Con una sonrisa en mis labios me llevé el índice a la boca, haciendo un gesto de silencio. Él se llevó una mano a la suya, tratando de ahogar el sonido de su risa infantil. - ¿Me dejarás verlas hoy también? –preguntó con curiosidad- Hice como si dudara, pero se notaba mi alegría bajo mi actuación. Siguiendo un guión no establecido Ángel siguió con nuestro número como cada noche que lo veía. - Por favor, por favor, por favor –suplicó con una sonrisa- Por favor- puso morritos y yo ya no pude resistirme. Como sabía ese chiquillo como vencerme, a mí, uno de los vampiros más peligrosos del mundo. - De acuerdo-me rendí- Pero recuerda –le lancé una mirada de advertencia- De esto ni una palabra… - A nadie- terminó Ángel cansadamente-Lo sé, no me trates cómo a un niño pequeño. Riendo me levanté. Ángel escuchó de forma hipnotizada mi risa. Yo le sonreí y volvió a caer bajó mis redes. Sabía que esa era el efecto que causaba en los humanos, pero el verlos en Ángel me hacía daño. Intentando hacer caso omiso al dolor que se había apoderado de mi corazón, me quedé delante de la cama y en un instante hice visibles mis alas de murciélago. Ángel me miró embobado, sin pensar estiró su regordeta manita para intentar rozar mi ala derecha. Aunque nunca permitía que nadie me las tocara me acerqué despacio y permití que la rozara. Sentí como al tocarlas se producía un escalofrío que bajaba por toda su espina dorsal. Pero no retiró la mano. - Esta fría, pero es suave y un poco resbaladiza –arguyó con inocencia- Me gustan- finalizó felizmente. Sentí como una ancha sonrisa se extendía involuntaria por mi cara. Me volví hacia él y le incliné suavemente contra el colchón. Tarareando una canción antigua que mi madre me cantaba a mí, pero de la que ya no recordaba la letra, tan solo la melodía le arropé. Poniéndole sobre su cuerpo regordete una manta y la colcha. Por último me incliné sobre su carita y deposité delicadamente sobre ella un beso. Él me sonrió. Posé mi mano sobre sus ojos y le cerré los párpados. Cuando me aseguré que su respiración era pesada y regular, signo inequívoco de que se hallaba sumido en el mundo de los sueños salí por la ventana y la cerré completamente. Mejor prevenir me justifiqué interiormente.
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| Tema: Re: El hielo no se enamora. Miér Feb 04, 2009 11:27 pm | |
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| Tema: Re: El hielo no se enamora. Miér Feb 04, 2009 11:53 pm | |
| Otro trozo para Cloud =)
Me alejé de la casa sin ser vista y cuando ya me hallaba a muchos metros de distancia suspiré tranquila. Había dejado de llover y me removí los rizos con una mano para secarme la poca agua que se me había quedado en ellos. Sobrevolé una gran extensión de césped vallado. El cementerio se encontraba sombrío a esas horas de la noche. La hierba se encontraba salpicada de lápidas a unos escasos metros unas de otras. Al fondo del cementerio se encontraban varias criptas y panteones. Me posé en el suelo con delicadeza frente a un magnífico panteón marmóreo. Desde allí podía oír con perfecta claridad unos susurros provenientes de dentro. Volví invisibles mis alas y entré con pasó sosegado. El panteón era un lugar ciertamente poco acogedor. Blanco perlino y con un deje antiguo se encontraba extrañamente limpio. Estaba formado únicamente por una sala de forma hexagonal. En el centro, un pequeño altar en forma de hexágono era el lugar donde se solían dar las ofrendas por la vida de los muertos. Las paredes estaban compuestas por nichos con nombres cincelados en ellas y recuerdos para una mejor vida. Los números que informaban de las fechas eran difíciles de leer, el más moderno no pasaba del siglo XVII. Con sorpresa olfateé el aire entorno a mí. Justo a mis pies unas cuantas gotas de sangre marcaban el paso a seguir, como un camino de migas de pan, hasta el fondo de la sala. En una de las esquinas un fardo estaba tirado en el suelo y alguien tenía la cabeza apoyada sobre su pecho. Me acerqué sigilosamente por su espalda, oyéndole succionar la sangre. El color de mis ojos se avivó y sentí la ponzoña en mi boca. Cuando estuve a unos pocos centímetros le puse la mano en el hombro a la criatura. Esta se giró a una velocidad sobrehumana. - ¡Que susto me has dado Lena! –exclamó y se limpió la sangre goteante de su boca. - Te parecerá bonito Bill- repliqué con una carcajada- Te traes aquí este festín y ni siquiera me ofreces un poco. Bill era un vampiro compañero mío. En este momento tenía las mejillas sonrosadas por el atracón que se estaba dando. Nos conocíamos de hacía mucho tiempo, en la época de las grandes epidemias. Sobre 1400, en esa época hubo mucha hambre en Inglaterra. Había diversas epidemias, de peste bubónica y de tuberculosis. Los humanos caían como moscas y nosotros pasamos hambre. En esa época no nos atrevíamos a tomar de esa sangre contaminada que no nos hacía ningún bien. Hubo gente que emigró, como mi hermano que se trasladó hacia Asia. Seguimos manteniendo el contacto durante dos siglos, pero hacía mucho que no sabía de él. En esa época me uní a un grupo de desertores que haciendo caso omiso a los consejos de nuestros sabios se alimentaban de la sangre caliente de los enfermos. Casi perdimos la vida todos nosotros. Unos pocos de los nuestros sobrevivieron, yo y Bill entre ellos. Era un vampiro alto y esbelto. Hermoso, como todos nosotros. Tenía los rasgos afilados, lo que le dotaban de un aspecto inquisidor y calculador. El pelo, rubio platino y corto. Aún siendo vampiro era mucho más bello que otros a los que yo conocía y se basaba en ello para atraer a sus víctimas, por eso normalmente se alimentaba de muchachas o de mujeres jóvenes. Solía decir que alimentarse de sangre de hombres teniendo a las mujeres era como rechazar un buen vino por una cerveza. En eso debía darle la razón, la sangre de las mujeres era sencillamente deliciosa, mucho más de lo que pudiera ser la de un varón, y mucho mejor si era joven, pues la sangre, a diferencia del vino en este caso, no mejoraba con los años. Sin embargo yo seguía prefiriendo cazar hombres o muchachos, más difíciles de acabar con ellos y que me compensaban con el placer de una buena caza la falta de sofisticación en mi alimento. - Porque no bebes un poco también- me ofreció caballerosamente- Pareces pálida ¿Cuánto has tomado esta noche? - Solamente un hombre mayor- le contesté quitándole importancia con la mano- Se creía que era una femme fatale –reí- ¿Me permites? - Por supuesto- contestó sumándose a mis risas y me dejó la mejor parte, el cuello- Pero me preocupas-continuó serio- Últimamente siempre vuelves sedienta. Sonreí pero no le contesté, no sabía como se tomaría lo de Ángel. Bill no insistió y se volvió a inclinar sobre el pecho de la víctima, absorbiendo sangre directamente del corazón. La observé, era una chica de unos diecinueve años, parecía linda. No me lo planteé más, tenía sed. Sin pensar y con acto ya asumido me incliné sobre el cuello y bebí. Cuando terminamos la imagen de Angel me vino a la mente. Si me viera en una situación así seguramente se horrorizaría y no volvería a mirarme nunca más, le daría miedo. Me encogí de hombros. ¿Qué podía hacer? Necesitaba alimentarme para vivir. Cuando terminamos me fui al centro de la sala, seguida por Bill. Me senté encima de la mesa y me recliné hasta tumbarme boca arriba. Bill se colocó de pie detrás de mí, viéndome desde arriba. Me sonrió. - Te pasa algo-comenzó sin previo aviso- Estas rara últimamente. - No se a que te refieres- mentí- Estoy como siempre. Me miró con el ceño fruncido. - No, estas extraña, más reservada, apenas pruebas bocado, más sentimental,…-enumeró contando con los dedos de las manos- ¿Qué te pasa?-preguntó, parecía realmente preocupado. - Solo estoy aburrida-volví a mentir- solo eso. Es que aquí no pasa nada emocionante. - Mmmm, tienes razón-me apoyó. Se llevó el índice y el pulgar al mentón. Supe que estaba pensando. Lo conocía desde hacía tanto tiempo que me sabía cada uno de sus gestos- ¿Por qué no nos acercamos mañana a algún local? ¿No es mañana viernes? - Si que lo es- una arruga de preocupación se formó en mi mente. Si Bill quería salir mañana no vería a Ángel- Pero no se. Las personas hoy en día son tan confiadas, no hay ningún reto en camelárselas. - Tú misma- se rindió-Pero no me vengas más con esas de que te aburres. Al fin y al cabo no te vale ninguna de mis ideas. Reí. - ¿Por qué no hacemos un torneo? - ¿Un torneo?- se volvió interesado-Podría ser una buena idea. ¿Vampiros contra vampiresas o sin discriminación de género? - Sin discriminación- dictaminé, así será más divertido. O mejor aún-me rectifiqué- ¿Y si jugamos a “guerra”? - ¡Oh sí, sí!- se entusiasmó- Hace mucho que no jugamos a eso. - Perfecto- sonreí- Busca tu a Peter y Francis y yo bajaré a por Oceane. Aún queda un par de horas hasta el amanecer. - ¿Por qué tengo que ir yo a por ellos?-se quejó bromeando. - Primero-enumeré- porque yo acabo de venir de comer y no me he traido la comida aquí dejándolo todo perdido –señalé las gotas de sangre en el suelo- Por cierto tienes que limpiarlas. Y segundo porque eres un caballero y haces lo que te digo- reí con una risa alegre y fluida. Por arte de magia Bill cayó bajo mis efectos. Oceane siempre se quejaba del efecto que mi risa causaba en los varones. Ciertamente había vampiresas más hermosas que yo, Oceane era el ejemplo viviente, pero cuando yo reí no había quien me hiciera competición. Una nueva punzada de resentimiento volvió cuando recordé la cara de mi pequeño Ángel cuando me había reido esa noche. - De acuerdo- suspiró Bill- Iré a por ellos. Pero que sepas que me debes una. Además, hace ya bastantes años que hombres y mujeres tienen iguales derechos. La caballerosidad hoy en día no funciona-sonrió- - Perdona- sonreí yo a mi vez- Pero tu y yo somos un par de viejetes y debemos tratarnos con las costumbres con las que nos criaron. Bill se echó a reír a carcajadas y se marchó volando por la puerta. Era una verdadera estupidez llamarnos a Bill y a mí “viejetes” cuando teníamos la apariencia de unos adolescentes. Nos veían por la calle y tanto podíamos tener dieciséis años como diecinueve. Suspiré y me giré para bajar a la cripta donde se encontraba Oceane.
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| | | Bella Swan Cullen Admin
Cantidad de envíos : 1699 Edad : 39 Localización : Con los cullens Fecha de inscripción : 05/11/2008
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| Tema: Re: El hielo no se enamora. Jue Feb 05, 2009 1:30 am | |
| Me gusta mucho como escribes, describes muy bien todos los sentimientos y las escenas, me da la sensacion de estar viendolo | |
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| Tema: Re: El hielo no se enamora. Jue Feb 05, 2009 5:47 pm | |
| Muchas gracias Bella =). Aqui va otro trocito
Bajé por las escaleras con parsimonia. Apoyando completamente el pie antes de dar el siguiente paso que me permitiría bajar de escalón. Una habitación me devolvió la mirada. Hecha totalmente de mármol blanco, daba un aspecto extrañamente acogedor. En el centro de la sala, de forma redonda, una bellísima vampiresa se estaba cepillando la cabellera pelirroja. Me acerqué a ella por atrás y estando a su espalda me senté con las piernas cruzadas detrás de ella. Con delicadeza le arrebaté de entre los dedos el cepillo y me puse a peinarle los cabellos que caían como una fulgurante cascada sobre su espalda. - Le he propuesto a Bill jugar a guerra-empecé con una voz suave como un siseo, el estar en la presencia de Oceane a solas siempre me ha dado un sentimiento de calma apabullante- ¿Te apetece? Pese a estar a su espalda pude notar como sus labios se curvaban en una sonrisa de diversión contenida. - No se porque dices “se lo he propuesto”- repitió con su voz suave como un cascabel- Sabes perfectamente que los chicos adoran jugar a guerra. - Lo se-reí, divertida- Es que me aburría, no sabía que hacer. - ¿Has ido hoy? –preguntó repentinamente preocupada- - ¿Ido? ¿A qué?- me quise hacer la tonta- - Sabes perfectamente a lo que me refiero-cortó violenta aunque dulcemente para su tono de voz- Has ido a ver a ese pequeño Níbae ¿Verdad? - ¡No lo llames por ese nombre! –contesté rabiosa- ¡Tú no lo conoces, no sabes que puede significar para mi! Oceane se dio la vuelta lentamente y me miró con sus grandes y hermosos ojos rojos. - Lena-respondió serenamente- Te conozco desde hace muchos años, prácticamente crecimos juntas. De pequeñas leímos los códices sagrados y sabes perfectamente que Ángel es un Nibae. Noté como todo mi cuerpo empezaba a temblar y unas pequeñas lágrimas resbalaron por mi rostro. Sin embargo me negué a sollozar. Noté como con su habitual forma de estar Oceane me acariciaba levemente el hombro. Aunque su revelación me había hecho llorar, tanto ella como yo sabíamos que había hecho lo correcto al abrirme los ojos. - ¡lo sé! ¡lo se!- dije entre lágrimas- Sé que es un Nibae, pero el hecho de que tenga que estar ligado a nosotros, a mi, de esa forma.- La miré entre las pestañas cuajadas de lágrimas y vi como asentía- Se que va a sufrir Oceane-susurré- ¡Yo no quiero que Ángel sufra! - Tranquila –dijo Oceane interrumpiéndome- No tiene por que ser un mal trago para nadie. En ese momento oímos desde arriba el vozarrón de Francis. Oceane asintió y yo me limpié las lágrimas mientras salíamos hacia el panteón.
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| | | Athenadoroa Vulturi
Cantidad de envíos : 3581 Edad : 33 Localización : Here ;) Fecha de inscripción : 10/11/2008
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| Tema: Re: El hielo no se enamora. Miér Feb 11, 2009 1:07 am | |
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| Tema: Re: El hielo no se enamora. | |
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| | | | El hielo no se enamora. | |
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