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Foro sobre la saga de Stephenie meyer
 
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 Rosalie Hale

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2 participantes
AutorMensaje
*Nessie Cullen*
moderador/a
*Nessie Cullen*


Cantidad de envíos : 714
Edad : 32
Fecha de inscripción : 05/11/2008

Personaje
Alimentación:: Comida Humana- Sangre de animales
Especie:: Híbrida (mitad vampiresa, mitad humana)
Nombre:: Renesmee Cullen (Nessie)

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MensajeTema: Rosalie Hale   Rosalie Hale Icon_minitimeDom Nov 30, 2008 8:17 pm

Nombre completo: Rosalie Lillian Hale
Especie: Vampiro
Año de nacimiento: 1915
Fecha de transformación en vampiro: 1933 – tenía 18 años
Originalmente de: Rochester, New York
Color de pelo: Dorado
Color de ojos: Dorados/Negros
Altura: 5’9”
Descripción física: Escultural, como una modelo, pelo largo y liso hasta la cintura
Talento especial: Tenacidad
Ocupación: Matriculada en la escuela mayor de Forks
Familiares: Casada con Emmett
Apodos: Rosy o Rose
Quién la cambió: Carlisle Cullen
Hobbies: Mecánica, le gusta “hacer apaños” a los coches
Coche: BMW M3 convertible – rojo
Historia personal: Rosalie fue llevaba a la familia Cullen como compañera de Edwars en 1933. Aún con todo, los dos nunca respondieron mutuamente más que como un hermano y una hermana. En 1935, Rosalie encontró a Emmett que estaba siendo atacado por un oso y lo llevó a Carlisle para que lo salvase.


Contado por ella

Historia personal: Fue atacada por un grupo de hombres, violada y maltratada. La dejaron moribunda en mitad de la calle. Carlisle la encontró y la transformó para convertirla en la compañera de Edward.

Su historia contada por ella misma: "Yo vivía en un mundo diferente al tuyo, Bella. Mi sociedad era mucho más sencilla. En 1933, yo tenía dieciocho años, era guapa y mi vida, perfecta. Mi familia era de clase media. Mi padre tenía un empleo estable en un banco. Ahora comprendo que estaba muy pagado de sí mismo, ya que consideraba su prosperidad como resultado directo de su talento y el trabajo duro en vez de admitir el papel desempeñado por la fortuna. Yo lo tenia todo garantizado en aquel entonces y en mi casa parecía como si la Gran Depresión no fuera mas que un rumor molesto. Veía a los menesterosos, por supuesto, a los que no eran tan afortunados, pero me dejaron crecer con la sensación de que ellos mismos se habían buscado sus problemas. La tarea de mi madre consistía en atender las labores del hogar, a mí misma y a mis dos hermanos pequeños por ese orden. Resultaba evidente que yo era tanto su prioridad como su favorita. En aquel entonces no lo comprendía del todo, pero siempre tuve la vaga noción de que mis padres no estaban satisfechos con lo que tenían, incluso aunque poseyeran mucho más que los demás. Deseaban más y tenían aspiraciones sociales... Supongo que podía considerárseles unos arribistas- Estimaban mi belleza como un regalo en el que veían un potencial mucho mayor que yo. Ellos no estaban satisfechos, pero yo si. Me encantaba ser Rosalie Hale y me complacía que los hombres me miraran adondequiera que fuera desde que cumplí los doce años. Me encantaba que mis amigas suspiraran de envidia cada vez que tocaban mi cabello. Que mi madre se enorgulleciera de mí y a mi padre le gustara comprarme vestidos nuevos me hacía feliz. Sabía que quería de la vida y no parecía existir obstáculo alguno que me impidiera obtenerlo. Deseaba ser amada, adorada, celebrar una boda por todo lo alto, con la iglesia llena de flores y caminar por el pasillo central del brazo de mi padre. Estaba segura de ser la criatura más hermosa del mundo. Necesitaba despertar admiración tanto o más que respirar, Bella. Era tonta y frívola, pero estaba satisfecha. La influencia de mis padres había sido tal que también anhelaba las cosas materiales de la vida. Quería una gran casa llena de muebles elegantes cuya limpieza estuviera a cargo de otros y una cocina moderna donde guisaran los demás. Como te he dicho, era una chica frívola, joven y superficial. Y no veía razón alguna por la que no debiera conseguir esas cosas. De todo cuanto quería, tenía pocas cosas de verdadera valía, pero había una en particular que sí lo era: mi mejor amiga, una chica llamada Vera, que se casó a los diecisiete años con un hombre que mis padres jamás habrían considerado digno de mi: un carpintero. Al año siguiente tuvo un hijo, un hermoso bebé con hoyuelos y pelo ensortijado. Fue la primera vez en toda mi vida que sentí verdaderos celos de alguien. Era una época diferente. Yo tenia los mismos años que tu ahora, pero ya me hallaba lista para todo eso. Me moría de ganas por tener un hijo propio. Quería mi propio hogar y un marido que me besara al volver del trabajo, igual que Vera, sólo que yo tenía en mente otro tipo de casa muy distinta. En Rochester había una familia regia, apellidada, no sin cierta ironía, King. Royce King era el propietario del banco en el que trabajaba mi padre y de casi todos los demás negocios realmente rentables del pueblo. Así fue como me vio por primera vez su hijo, Royce King júnior. Iba a hacerse cargo del banco, por lo que comenzó a supervisar los diferentes puestos de trabajo. Dos días después, a mi madre se le olvidó de modo muy oportuno darle a mi padre el almuerzo. Recuerdo mi confusión cuando insistió en que llevara mi vestido blanco de organza y me alisó el cabello sólo para ir al banco. Como todo el mundo me miraba, no me había fijado especialmente en él, pero esa noche me envió la primera rosa. Me mandó un ramo de rosas todas las noches de nuestro noviazgo hasta el punto que de mi cuarto terminó abarrotado de ramilletes y yo olía a rosas cuando salía de casa. Royce era apuesto, tenía el cabello más rubio que el mío y ojos de color azul claro. Decía que los míos eran como las violetas, y luego empezó ese show de las rosas y todo lo demás. Mis padres aprobaron esa relación con gusto, y me quedo corta. Era todo lo que ellos habían soñado y Royce parecía ser todo lo que yo había soñado. El príncipe de los cuentos de hadas había venido para convertirme en una princesa. Era cuanto quería, y no menos de lo que esperaba. Nos comprometimos antes de que transcurrieran dos meses de habernos conocido. No pasábamos mucho tiempo a solas el uno con el otro. Royce me explicó que tenía muchas responsabilidades en el trabajo y que cuando estábamos juntos le complacía ser visto conmigo del brazo, lo cual también me gustaba a mí. Hubo vestidos preciosos y muchas fiestas y bailes, ya que todas las puertas estaban abiertas y todas las alfombras rojas se desenrollaban para recibirte cuando eras un King. No fue un noviazgo largo, pues se adelantaron los planes para la más fastuosa de las bodas, que iba a ser todo cuanto yo había querido siempre, lo cual me hacia enormemente dichosa. Ya no me sentía celosa cuando llamaba a Vera. Me imaginaba a mis hijos, unos niños de pelo rubio, jugando por los enormes prados de la finca de los King, y la compadecía. Esa noche yo estaba en el hogar de Vera. El pequeño Henry era realmente adorable, todo sonrisas y hoyuelos... Empezaba a andar por su propia cuenta. Al marcharme, Vera, que llevaba al niño en brazos, y su esposo me acompañaron hasta la puerta. Él rodeó su cintura con el brazo y la besó en la mejilla cuando pensó que yo no estaba mirando. Eso me molestó. No se parecía al modo en que Royce me besaba, él no se mostraba tan dulce. Descarté ese pensamiento. Royce era mi príncipe y algún día yo seria la reina. Las farolas ya estaban encendidas, pues las calles estaban a oscuras. No me había dado cuenta de lo tarde que era. También hacia mucho, mucho frío pese a ser finales de abril. Faltaba una semana para la ceremonia y me preocupaba el tiempo mientras volvía apresuradamente a casa... Me acuerdo con toda claridad. Recuerdo cada uno de los detalles de esa noche. Me aferré a ellos... al principio, para no pensar en nada más. Y ahora también, para tener algo a lo que agarrarme cuando tantos recuerdos agradables han desaparecido por completo... Si, me preocupaba la metereología porque no quería celebrar la ceremonia bajo techo. Los oí cuando me hallaba a pocas calles de mi casa. Se trataba de un grupo de hombres situados debajo de una farola rota que soltaban fuertes risotadas. Estaban ebrios. Me asaltó el deseo de llamar a mi padre para que me acompañara a casa, pero me pareció una tontería al encontrarme tan cerca. Entonces, él grito mi nombre. -¡Rose!- dijo. Los demás se echaron a reír como idiotas. No me había dado cuenta de que los borrachos iban tan bien vestidos. Eran Royce y varios de sus amigos, hijos de otros adinerados. -¡aquí esta mi Rose!- gritó mi prometido al tiempo que se carcajeaba con los demás, y parecía igual de necio-. Llegas tarde. Estamos helados, nos has tenido esperándote demasiado tiempo. Nunca antes le había visto borracho. Había bebido de vez en cuando en los brindis de las fiestas. Me había comentado que no le gustaba el champán. No había comprendido que prefería las bebidas mucho más fuertes. Tenía un nuevo amigo, el amigo de un amigo, un tipo llegado desde Atlanta. -¿Qué te dije, John?- se pavoneó al tiempo que me aferraba por el brazo y me acercaba a ellos-¿No es más adorable que todas tus beldades de Georgia?- El tal John era un hombre moreno de cabellos negros. Me estudió con la mirada como si yo fuera un caballo que fuera a comprar. -Resulta difícil decirlo- contestó arrastrando las palabras- Está totalmente tapada. Se rieron, y Royce con ellos. De pronto, Royce me tomo de los hombros y rasgó la chaqueta, que era un regalo suyo, haciendo saltar los botones de latón. Se desparramaron todos sobre la acera. -¡Muéstrale tu aspecto, Rose!- Se desternilló otra vez y me quitó el sombrero de la cabeza. Los alfileres estaban sujetos a mi cabello desde las raíces, por lo que grité de dolor, un sonido que pareció del agrado de todos. No voy a obligarte a escuchar el resto- Quede tirada en la calle y se marcharon dando tumbos entre carcajadas. Me dieron por muerta. Bromeaban con Royce, diciéndole que iba a tener que encontrar otra novia. Él se rió y contestó que antes debía aprender a ser paciente. Aguardé la muerte en la calle. Era tanto el dolor que me sorprendió que me importunara el frío de la noche. Comenzó a nevar y me pregunté por que no me moría. Aguardaba este hecho con impaciencia, para así acabar con el dolor, pero tardaba demasiado... Carlisle me encontró en ese momento. Olfateó la sangre y acudió a investigar. Recuerdo vagamente haberme enfadado con él cuando noté como trabajaba con mi cuerpo en su intento de salvarme la vida. Nunca me habían gustado el doctor Cullen, ni su esposa, ni el hermano de ésta, pues por tal se hacia pasar Edward en aquella época. Me disgustaba que los tres fueran más apuestos que yo, sobre todo los hombres, pero ellos no hacían vida social, por lo que solo los había visto en un par de ocasiones. Pensé que iba a morir cuando me alzó del suelo y me llevó en volandas. Íbamos tan deprisa que me dio la impresión de que volábamos. Me horrorizo que el suplicio no terminara... Entonces me halle en una habitación luminosa y caldeada. Me deje llevar y agradecí que el dolor empezara a calmarse, pero de pronto algo punzante me corto en la garganta, las muñecas y los tobillos. Aullé de sorpresa, creyendo que el doctor me traía a la vida para hacerme sufrir más. Luego, una quemazón recorrió mi cuerpo y ya no me preocupé de nada más. Imploré a Carlisle que me matara e hice lo mismo cuando Esme y Edward regresaron a la casa. Carlisle se sentó a mi lado, me tomó la mano y me dijo que lo sentía mientras prometía que aquello iba a terminar. Me lo contó todo; a veces, le escuchaba. Me dijo qué era él y en qué me iba a convertir yo. No le creí. Se disculpó cada vez que yo chillaba. A Edward no le hizo ninguna gracia. Recuerdo haberles escuchado discutir sobre mí. A veces, dejaba de gritar, ya que no me hacía ningún bien. -¿En qué estabas pensando, Carlisle?- le recriminó Edward-¿Rosalie Hale?-. No me gustó la forma en que pronunció mi nombre, como si hubiera algo malo en mí. –No podía dejarla morir- replicó Carlisle en voz baja-Era demasiado… horrible, hubiera sido un desperdicio enorme…-Lo sé- respondió Edward. Pensé que le quitaba importancia. Eso me enfadó. Por aquel entonces, yo no sabia que él era capaz de ver lo que Carlisle había contemplado.-Era una pérdida enorme. No podía dejarla allí.-repitió Carlisle en voz baja. –Por supuesto que no- aceptó Esme.-Todos los días muere gente-le recordó Edward con acritud-, y ¿no crees que es demasiado fácil reconocerla? La familia King va a organizar una gran búsqueda para que nadie sospeche de ese desalmado- refunfuñó. Me complació que estuvieran al tanto de la culpabilidad de Royce. No me percaté de que casi había terminado, de que cobraba nuevas fuerzas y de que por eso era capaz de concentrarme en su conversación. El dolor empezaba a desaparecer de mis dedos.- ¿Qué vamos a hacer con ella?-preguntó Edward con repulsión, o al menos esa fue mi impresión. Carlisle suspiró.-Eso depende de ella, por supuesto. Quizá prefiera seguir su propio camino-. Yo había entendido de sus explicaciones lo suficiente para saber que mi vida había terminado y que no la iba a recuperar. Y no soportaba la perspectiva de quedarme sola. El dolor pasó al fin y ellos volvieron a explicarme qué era. En esta ocasión les creí. Experimenté la sed y noté la dureza de mi piel. Vi mis brillantes ojos rojos. Frívola como era, me sentí mejor al mirarme en el espejo por primera vez. A pesar de las pupilas, yo era la cosa más hermosa que había visto en la vida. Tuvo que pasar algún tiempo antes de que empezara a inculpar de mis males a la belleza, una maldición, y desear haber sido… bueno, fea no, pero sí normal, como Vera. En tal caso, me podría haber casado con alguien que me amara de verdad y haber criado hijos hermosos, pues eso era lo que, en realidad, quería desde el principio. Sigo pensando que no es pedir demasiado. ¿Sabes? Mi expediente está casi tan limpio como el de Carlisle. Es mejor que el de Esme y mil veces superior al de Edward. Nunca he probado la sangre humana. Maté a cinco hombres, si es que merecen tal nombre, pero tuve buen cuidado de no derramar su sangre, sabedora de que no seria capaz de resistirlo. No quería nada de ellos dentro de mí, ya ves. Reservé a Royce para el final. Esperaba que se hubiera enterado de las muertes de sus amigos y comprendiera lo que se le avecinaba. Confiaba en que el miedo empeorara su muerte. Me parece que dio resultado. Cuando le capturé, se escondía dentro de una habitación sin ventanas, detrás de una puerta tan gruesa como una cámara acorazada, custodiada en el exterior por un par de hombres armados. ¡Uy…! Fueron siete homicidios… Me había olvidado de los guardias. Solo necesite un segundo para deshacerme de los dos. Fue demasiado teatral y lo cierto es que también un poco infantil. Yo lucia un vestido de novia robado para la ocasión. Chilló al verme. Esa noche gritó mucho. Dejarle para el final resultó una medida acertada, ya que me facilitó un mayor autocontrol y pude hacer que su muerte fuera mas lenta.”
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MensajeTema: Re: Rosalie Hale   Rosalie Hale Icon_minitimeLun Dic 01, 2008 1:59 am

Me encanta, lo juro *-*
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